Me llamaba cobarde. Cobarde por no ser una valiente. Una valiente que escribe sus miedos. Cobarde por tener miedo a escribir y no saber. No saber seguir. Cobarde por no encontrar palabras que me encuentren. Palabras que encuentren lo que he sentido y lo que no y lo que he dejado de sentir. Sentir como no sabes vivir sin escribir y sin embargo no escribes nada porque no te sale así. Así es cómo querías escribir. Como si fuera una pluma que acaricia tus palabras mientras las lees. Mientras cada detalle que encuentras delicado delicadamente te absorbe sin sed. Cobarde. Cobarde que deja de ser cobarde para refugiarse otra vez. Cobarde que deja de ser cobarde si lo intenta no ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario